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Empezamos los clásicos con uno de los clásicos por excelencia, Desayuno con Diamantes, dirigida por Blake Edwards y protagonizada por el icono Audrey Hepburn.

Y hablando de empezar, la película empieza con la imagen icono de la misma, la preciosa Holly (Hepburn) vestida de noche desayunando al amanecer frente a Tiffany`s, lugar que ama y considera maravilloso.

El argumento no es realmente atractivo y no habría problema en partirlo en pedacitos para hacer una serie de televisión, pero está claro que lo que sucede es irrelevante en esta película.

Lo importante es ella, Holly, cuyo carácter, método de vida y maneras al caminar, hablar y pensar, van más allá de lo asombroso y especial, haciendo de Holly una Amelié de los años 60 con un poco más de descaro y menos de inocencia.

Y digo esto porque nuestra joven amiga es una huérfana huida del marido que la crió que busca por todos los medios casarse con un hombre muy rico que la mantenga. Mientras, vive de lo que saca a los hombres con los que sale, además de lo que la pagan por pasar información a un preso. Viviendo de fiesta en fiesta y de desayuno en Tiffany`s en desayuno en Tiffany`s conoce a un escritor que cuya amante (que a su vez es la esposa de otro) le mantiene. Ahora, por mucha apariencia que tenga esto de sodoma y gomorra, está reflejado con un buen gusto exquisito, tanto así que la película la puede ver un niño de seis años sin problemas de acabar traumatizado.

Pero obviamente la vida no es del color de los diamantes, y las cosas terminan por ponerse complicadas. El marido del que huyó regresa en su busca, descubren que ella pasa información al preso y la detienen (aunque a su favor decir que al parecer desconoce que pasa información -chiquilla inocente-) y a su amigo el escritor (que como todo el que la conoce, la ama) le abandona la amante que le mantiene. ¿Solución al entuerto? Besarse bajo la lluvia y huir, cómo no. Lo que decía, argumento malo donde los haya.

Además de las pinceladas de luz que aporta la protagonista, son interesantes personajes el gato que la acompaña y el chino feo que es vecino de todos, al cual interrumpen el sueño constantemente haciéndole sufrir las mayores caídas de la historia.

En conclusión, el guión, el argumento, todas las cámaras y todos los personajes están al servicio de la protagonista y de la actriz (que, si sabemos que el autor de la novela que inspira el guión –Truman Capote- quería que fuera Marilyn Monroe todo encaja), esencia y sentido de la película, si hubiera sido otra, Desayuno con Diamantes estaría ahora en el más perdido olvido.

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